Los riñones se encargan, entre otras funciones, de limpiar la sangre de nuestro organismo. Cuando se produce una enfermedad renal y esta afecta de forma importante la función de ambos riñones (los riñones funcionan menos de un 50%), pueden comenzar a aparecer algunas complicaciones.
La alimentación en la enfermedad renal (ER) debe ir dirigida a conseguir varios objetivos: intentar que esta enfermedad avance lo más lenta posible, que las comidas que tomamos no aumenten mucho los niveles de algunos tóxicos en la sangre, que mantengamos un estado nutricional adecuado, etc.
En general, mantenernos en las mejores condiciones posibles. No lo olvides, tu estado nutricional va a depender, fundamentalmente, de la alimentación que realices.
La persona con ER puede pasar por varias etapas a lo largo del tiempo; etapa prediálisis, diálisis y/o trasplante renal.
Las recomendaciones nutricionales van a variar en algunos aspectos de una a otra etapa de la enfermedad.
Si tienes una Enfermedad Renal Crónica (ERC)
debes prestar atención a:
Hidratos de carbono: aportan energía al cuerpo para realizar las actividades del día, forman parte de muchas moléculas (ADN) y regulan el ritmo intestinal (ej: la fibra evita el estreñimiento).Grasas: son la principal reserva de energía, forman parte de muchas membranas e intervienen en muchas reacciones químicas.
Proteínas: renuevan y reparan los tejidos, participan en el sistema de defensas y transportan sustancias (ej: hierro).
Sodio: regula los líquidos del cuerpo, la tensión arterial y el sistema nervioso.
Fósforo: interviene en la formación del hueso.
Potasio: hace que los musculosa (como el corazón) funcionen correctamente. Intervienen en el buen funcionamiento de las células nerviosas.
Calcio: interviene en la formación del hueso, dientes y regula el funcionamiento muscular y nervioso.
La enfermedad renal va a hacer que se alteren muchos de estos nutrientes. Un aumento o un déficit de los mismo puede producir complicaciones serias.